La exposición quiere poner de manifiesto la importancia de la creatividad en el desarrollo, realización y felicidad personales.
Es determinante permitir que, en las trayectorias de nuestra vida, tengan cabida las diferentes maneras de expresión ligadas exclusivamente a la determinación personal y no a la formación académica o a los juicios maniqueos, pues solo si dejamos fluir la creatividad y la imaginación entenderemos que la realidad nunca es prosaica sino una aventura en donde la libertad es su principal ingrediente.
Reconocer la capacidad de trocar lo cotidiano, cuando este es contrario o negativo requiere del entusiasmo. Solo esta actitud puede convertir la vida no en una sucesión de hechos, ni tampoco en un combate o en una resignada aceptación de lo sobrevenido, sino en algo consciente con verdadero y profundo sentido.
Todo esto se aprende y se consigue, por ejemplo, dibujando.
Joan Clapés nació el 18 de marzo de 1920 en can s’Argent (Santa Eulalia, Ibiza). Era el tercero de cinco hermanos. Al fallecer su padre, la familia se traslada a la ciudad y Joan empieza a trabajar en un horno de pan con tan solo siete años, decantándose pronto hacia la repostería. Él mismo cuenta que el profesor Joan Costa Suñer, profesor de la Escuela de Artes y Oficios, al ver las figuritas de mazapán que hacía, le invitó a matricularse y le envió además recomendado al pintor José Tarrés, que alabó su mano y las trazas de sus obras, ofreciéndose a darle clase desinteresadamente.
Sin embargo, y a pesar de graduarse en dicha Escuela, Joan Clapés no pudo convertirse en pintor.
Hizo, eso sí, dibujos de moldes de yeso y escayola a la manera académica y que se pueden contemplar en esta exposición. Estos dibujos han sido celosamente guardados durante más de setenta años por él.
Joan Clapés no se dejó vencer por el desánimo o la frustración y con gran coraje comenzó a verter toda su creatividad y potencial artístico en la repostería, haciendo crecer la fama y el prestigio de Casa Vadell- negocio en el que trabajó hasta su jubilación- gracias a sus creaciones, fórmulas e innovaciones (realizó por primera vez marrón glacé en Ibiza, inventó el pastel de San Ciriaco, refinó la textura del hojaldre, acuñó la llamada “magdalena ibicenca”…
Ese contacto con el dibujo en su juventud, aunque muy modesto, bastó para despertar en Joan la conciencia de la creatividad. Supo desde ese momento, que era posible trastocar lo cotidiano en descubrimiento y lo rutinario en aventura. Dibujar le ayudó a ver, aprendió a observar, a percibir, a describir la realidad, a tomar conciencia de las partes de un todo, de las texturas, colores, contornos y luces. Plasmar con su mano aquello que sus ojos tenían ante sí refinó sus sentidos y su capacidad de realización.
El dibujo es fundamental en el desarrollo cognitivo y en consecuencia contribuye a optimizar nuestro desarrollo personal.
Agradecemos a Juan Clapés que nos haya permitido conocer y compartir su bella historia y les invitamos a dibujar en el gabinete que tal vez a él le hubiera gustado tener.