Octubre 06, 2024

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Sinéad Cormican (voz y violín), Pere Miquel Molina (saxo alto) y Goran Levi (guitarra), recién graduados en la especialidad de jazz, y los estudiantes Denis Gridchin (contrabajo) y Toni Frontera (batería) impresionan en el Mercat Vell con un repertorio elegante y juguetón en el que, entre temas de Bill Evans o Chick Corea, sonaron otros compuestos y grabados por ellos mismos

Con la voz de Sinéad Cormican desgranando los versos de Flor de lis y balanceándose sobre los acordes de Jim arrancó el Eivissa Jazz. La primera noche de conciertos del festival programó una actuación de esta cantante y violinista mallorquina junto a otros cuatro jóvenes talentos que viven en Balears. Con el batería Toni Frontera y el contrabajista Denis Gridchin marcando el paso, la guitarra eléctrica de Goran Levi y el saxo alto de Pere Miquel Molina escoltaban a la frontwoman. Para la sección melódica, era más que un bolo. Una celebración que ponía la guinda a un tramo vital que termina: los tres se han graduado este curso por la especialidad de jazz en el Conservatori Superior de Música de les Illes Balears, centro en el que los dos integrantes de la sección rítmica empezarán este otoño el tercero de los cuatro años de formación.

Durante los meses que llevan tocando juntos para definir el combo con el que se presentaron en la Marina, fueron incorporando piezas y autores, como Chick Corea, que han visitado de la mano de Miquel Àngel Cordero. El contrabajista –colaborador habitual de una de las artistas que han dejado una huella más profunda en el público del Eivissa Jazz, Sílvia Pérez Cruz– ha sido profesor de Cormican, Levi, Molina, Gridchin y Frontera. De ese tutelaje ya han surgido dos discos, que vertebraron la actuación. “Nos hace mucha ilusión tocar Waltz for Tomeu, un tema de Goran que hemos trabajado en clase”, dijo la cantante después de que el grupo interpretara otro estándar de Bill Evans, también extraído del currículo del conservatorio. El vals, a ratos blues, a ratos música balcánica, forma parte de Guided Tones y desvela los gustos, intenciones y, también, las raíces de Levi, un mallorquín de sangre búlgara. Su álbum debut salió del horno a las puertas del verano: se publicó el 13 de junio.

En el último acto del concierto hubo tiempo para cambiar el tempo y, “a ritmo de bolerito”, escuchar Y otra vez. Una canción que Cormican acabó unos meses después de grabar, en mayo de 2022, Sang, su álbum debut, donde el jazz se mezcla con el folk irlandés (herencia paterna). Y él se acercó / Ella cayó / Y el mundo se apagó / Florecilla, te advertí, pero ya ves / Y así estamos otra vez, cantó en Eivissa, abriendo con naturalidad el setlist a unos aires latinos con los que también puede vincularse genéticamente. Su madre es de Cádiz, una de las provincias españolas más ligadas a Latinoamérica.

Luego, la nota bizarra, que demostró las ganas que tenían los “recién licenciados” del Conservatori de que su debut en el Eivissa Jazz fuera un divertimento. Pellizcando por internet, Pere Miquel Molina halló un arreglo de un fragmento de la banda sonora de Supermario, facturada por el saxofonista Patrick Bartley. La llama se prendió, se sentó al piano, agarró el saxo y escribió su versión de Rosalina in the observatory, el pasaje en cuestión, que los fans del fontanero más famoso del planeta descubrieron jugando al Galaxy, el tercer episodio de la saga que Nintendo creó con tecnología 3D, allá por 2007. En vivo, con Cormican cambiando las cuerdas vocales por las metálicas del violín, y Levi y el arreglista recreándose en sus solos, el experimento dibujó muchas sonrisas. Quien toca, juega.

No podía ser de otra manera en un baile de final de curso. Loving the days I say goodbye / side by side always reaching out: Cormican volvía a cantar en Chant of Bilú, el corte que abre su disco. Entonaba los versos con el instrumento apoyado en el regazo y, en la garganta, una mezcla de melancolía y energía. La misma energía que Frontera y Gridchin usaron para transformar la propina en una mini jam llena de compás y impulso, redondeada por el saxo y la guitarra. Igual que ocurre en la versión de estudio, fueron dos temas en uno. O tres, si se cuentan aparte los motivos zíngaros de la intro. Los aplausos del Mercat Vell –público sentado, público de pie: algunos llegaron tarde, otros eran paseantes curiosos que se pararon a disfrutar– sellaron una hora en vivo muy bien aprovechada. “Parece que los festivales están en peligro de extinción, pero merece la pena luchar por ellos. Agradecemos mucho que el Ajuntament d’Eivissa apueste por la cultura (…) ¡Buen festival a todos!”, dijo Sinéad Cormican. Mañana más, con la Big Band Ciutat d’Eivissa y el Joan Barbé Group. Será a partir de las 21h en el Parque Reina Sofía.