Las Murallas Renacentistas
La construcción de la muralla renacentista de Eivissa se inscribe dentro del plan de modernización de las defensas costeras del Mediterráneo, impulsado por Carlos I y Felipe II para mantener y defender los territorios de la Corona española en una época de conflictos bélicos con Francia y el imperio otomano.
El proyecto fue diseñado por el ingeniero Giovani Battista Calvi que se encontraba en la isla cuando comenzaron las obras a principios de 1555. En la primera fase se construyeron seis baluartes: Sant Jordi, Sant Jaume, Sant Pere, Sant Joan, Santa Tecla y San Bernat. Hacia los años 70 del siglo XVI, el proyecto original fue modificado por el entonces ingeniero de la corona Jacobo Paleazzo Fratín; que proyectó la construcción de un nuevo baluarte -Santa Lucía- y la ampliación del de Sant Joan, además de cambiar la ubicación del acceso principal, la Puerta del Mar (tambien llamada de Ses Taules), que se abrió en la cortina que une los baluartes citados.
El nuevo sistema defensivo de la ciudad reseguía el perímetro de la fortificación existente, sustituyendo las antiguas cercas medievales por modernos lienzos y baluartes ataluzados. El proyecto recogía los avances de la arquitectura militar desarrollada en Italia durante la primera mitad del siglo XVI, que fueron introducidos en la península por Benedetto de Rávena que trabajó para Fernando el Católico y Carlos I, y el ingeniero Giovani Battista Calvi que durante años estuvo al servicio de Felipe II.
El proceso de construcción de las murallas y otros pormenores se conocen por la documentación de la época, y sobre todo por la correspondencia de los ingenieros con la Corona, que son la fuente principal para conocer la marcha de la obra, marcada por la intervención de dos ingenieros cuya actuación permite distinguir dos fases en el proceso de construcción del recinto. La primera, entre 1554-1575, corresponde a la plasmación del proyecto de Calvi; y la segunda entre 1575-1585 refleja la rectificación de la traza realizada por Fratín.
Las obras comenzaron en enero de 1555 bajo la supervisión directa de Calvi, que inició la traza por la parte de poniente, la más débil de la ciudad; construyendo los baluartes de Sant Jordi y Sant Jaume. Cuando el ingeniero abandonó la isla, en marzo de 1555, los baluartes de poniente se hallaban muy avanzados y ya se había iniciado el del Sant Pere. Con su marcha las obras prosiguieron más lentamente, alternandose con épocas de inactividad. Hay noticias que indican que en 1563 se estaba trabajando en la cimentación de los baluartes de Sant Joan y Santa Tecla y cinco años después se construía la cortina entre ambos. Al final de la década de los sesenta se iniciaba el último baluarte de la traza de Calvi, el de Sant Bernat, frente al Castillo; y años después se trabajaba todavía en el “Cuerpo de Guardia” de la Puerta del Mar, que Calvi proyectó para el extremo oeste de la plaza de Vila.
Las obras de la fortificación dieron empleo a un buen número de picapedreros, canteros, y obreros locales. Entre ellos cabe destacar al “mestre” Antoni Jaume, que por su habilidad y maestría fue instruido directamente por el ingeniero para que, durante su ausencia, siguiera con el proyecto. Antoni Jaume informaba regularmente al ingeniero de la marcha de las obras hasta su desaparición, en 1562, en un viaje que hizo a Perpiñan para encontrarse con Calvi. La persona que le sucedió al frente de la obra fue el maestro mallorquín Antonio Saura Cobo, que trabajó durante varios años en la construcción de los baluartes de Sant Joan y Santa Tecla y en la cortina entre ambos.
El año 1575, Fratín llegó a Eivissa para inspeccionar las obras de la fortificación. En su primera visita observó la existencia de un barrio extramuros, situado en el promontorio del Puig de Santa Llúcia, y consideró conveniente protegerlo. Para ello tuvo que realizar una rectificación de la traza de Calvi, reorientando y ampliando el baluarte de Sant Joan y construyendo el de Santa Llúcia, con su correspondiente cortina; en la que se abrió la puerta principal del recinto.
La ampliación de la muralla conllevará la expropiación de terrenos y la incorporación de nuevos ingenieros y maestros de obra. El propio Fratín instruyó al ingeniero Juan Alonso Rubián que se desplazó a la isla para hacerse cargo de la obra, de la que se conocen diversos detalles a través de su correspondencia con Fratín, que permite también conocer el avance del proyecto. En noviembre de 1578 se rectificaba el baluarte de Sant Joan y se trabajaba en la construcción del revellín y medio Caballero adosado al baluarte de Santa Tecla. Además, el ingeniero realizó intervenciones menores en las casamatas y baluartes de la traza de Calvi, a fin de dotarles de mayor seguridad. Alonso Rubian también mandó construir el paso del Soto Fosc, como se deduce de una carta suya que dice que: “...ha mandado abrir una calle para entrar cubiertos en la muralla...” Durante la década de los años 80 fue levantado el baluarte de Santa Llúcia, la cortina con el de Sant Joan y la puerta del Mar, más conocida como Portal de Ses Taules, que se inició hacia 1584.
La puerta, de carácter monumental, está flanqueada por dos estatuas romanas y sobre el arco de la entrada una gran lápida conmemorativa con las armas de Felipe II, el escudo de la ciudad y una inscripción en la que figura la fecha de 1585. Fecha que no corresponde con la finalización del recinto ya que durante la última década del siglo XVI continuaron las obras, dirigidas por un nuevo ingeniero, Antonio Saura, hijo de uno de los maestros que trabajaron en la fase anterior.
En la última década del siglo XVI fueron completándose los remates de los baluartes con parapetos y casamatas, finalizaron las obras del Cuerpo de Guardia, situado en la entrada de la puerta principal y finalmente, se introdujo una reforma en el baluarte de Sant Pere, al que se le añadió el Caballero de Sant Lluc; que Antonio Saura había proyectado y cuyo dibujo fue remitido por el Gobernador al monarca.